Ética existencialista
Los existencialistas constituyen un movimiento surgido hacia 1925
en Alemania y en Francia, que centra sus preocupaciones éticas en las
condiciones sociales contemporáneas y en los problemas de la libertad
y de la responsabilidad moral.
Al igual que Kant defendía una moral autónoma; la ética
existencialista también defiende la autonomía moral. Pero,
mientras Kant creía posible encontrar criterios morales de
valor objetivo y universal, es decir, válidos para todas las personas,
los existencialistas se ven abocados al individualismo
y al subjetivismo.
Para el movimiento existencialista, el ser humano es,
radicalmente, libertad (es decir, la libertad es la característica
propia y esencial del ser humano); y esta libertad hace a cada
persona diferente de todas las demás; por tanto, no pueden
existir valores ni normas morales universales válidas para todos
y, consecuentemente, nadie puede decirnos lo que debemos
hacer, cómo debemos comportarnos; los consejos son inútiles
y cada cual, quiera o no quiera, tiene que decidir él solo sus
obligaciones morales (somos libres a la fuerza).
Ahora bien, si la libertad radical de cada persona es la
única fuente y el único fundamento de todas sus decisiones, de todos
sus valores y de todas sus obligaciones, entonces la propia libertad
constituye el supremo valor de la vida humana o, lo que es lo mismo,
no existe ningún valor superior a la propia libertad, lo importante es
decidir libremente.
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